Pasajes de 'Emilio o la Educación' por J. J. Rousseau



Lo que he dicho basta para dar a entender que nunca se ha de dar a los niños un castigo como castigo, sino que les debe siempre sobrevenir como natural consecuencia de una mala acción. Así no declaméis contra la mentira, no los castiguéis precisamente porque han mentido;  pero haced que cuando mintieren, recaigan en su cabeza todos los malos efectos de la mentira, como el no ser creídos aun cuando hablen verdad, el ser acusados del mal que no hayan hecho, aun cuando le nieguen. Pero expliquemos qué cosa es mentir en los niños.

Dos géneros hay de mentira: la de hecho, que se refiere a lo pasado; y la de derecho, relativa  a lo futuro.  Verifícase la primera, cuando niega uno que ha hecho lo que hizo, o afirma que ha hecho lo que no hizo, y generalmente cuando a sabiendas habla contra la verdad de las cosas; la otra consiste en prometer uno lo que no tiene ánimo de cumplir, y en general en manifestar una intención contraria a la que tiene. Alguna vez pueden ambas mentiras hallarse en una sola(1); pero aquí las considero sólo en cuanto a sus diferencias.

(1)    Como cuando acusado de un ‘delito se defiende el reo diciendo, que es hombre de bien: entonces dice mentira de hecho y de derecho.

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